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martes, febrero 13, 2007

KIOTO Y EL HIDROGENO

KIOTO Y EL HIDRÓGENO Imprimir E-mail
29/01/2007
davidillan_1.jpgDavid Illán. A la orilla del río.
El Protocolo de Kioto es la primera reacción global para hacer frente al cambio climático. Los países que lo han ratificaron en una primera instancia producían en torno a un 44% de los gases que provocan el efecto invernadero y el aumento de la temperatura global del planeta. Con la adhesión del gobierno de Rusia, que emite el 17,4% de dichos gases, queda superado el 55% requerido para que el tratado tenga efectividad mundial y se convierta en una ley internacional. Globalmente, la reducción acordada es de un 5,2% para el conjunto de los países industrializados. La entrada en vigor de este Protocolo en el año 2005 debe obligar a que Estados Unidos, que con sólo el 4,4% de la población mundial emite el 25% de las emisiones mundiales, se comprometa también en la lucha por reducir las emisiones de gases de invernadero, a pesar de que Bush decidió no ratificar Kioto en el año 2001.

El gas de efecto invernadero que mayores emisiones tiene es el dióxido de carbono (C02). Se genera en las actividades humanas en las que se utilizan fuentes de energía fósiles (carbón, petróleo y gas). Los combustibles fósiles siguen siendo en la actualidad las fuentes energéticas más explotadas, a pesar de la creciente preocupación sobre la limitación de sus existencias y de las graves consecuencias de sus emisiones sobre el clima, provocando la aceleración del cambio climático, la destrucción de los casquetes polares, la elevación del nivel del mar y los frecuentes huracanes, tifones, canículas, inundaciones, etc., que se vienen produciendo en el planeta.

Los combustibles fósiles aportan el 85% de las necesidades energéticas del mundo: un 40% corresponden al petróleo, el 22% al carbón y el 23% al gas natural. La demanda actual de petróleo se sitúa en unos 30.000 millones de barriles y puede llegar a los 45.000 millones antes de 2020 si continúa el ritmo actual. Asimismo, los señores de la guerra y los lobbys del petróleo que financian las campañas electorales de Bush, con la actual escalada de los precios de los carburantes como consecuencia de la invasión de Irak, nos obligan definitivamente a plantearnos un nuevo objetivo para el Protocolo de Kyoto a través de una conversión más intensiva hacia las fuentes de energías renovables, abandonando progresivamente los combustibles fósiles; es decir, tenemos que relevar a la economía fósil y a la dependencia del crudo por un sistema económico sustentado en energías renovables.

Las energías renovables, especialmente la eólica y la solar fotovoltaica, que generan electricidad de forma discontinua y que no siempre se pueden almacenar o enviar a la red, tienen en el hidrógeno un segmento para conservarla. El hidrógeno complementa muy bien las limitaciones de la energía solar y viceversa. La energía solar y el hidrógeno son un binomio fundamental en el desarrollo de la economía del hidrógeno. Saber interceptar la energía solar cuando hace sol para almacenarla en hidrógeno es la clave del éxito para abandonar la economía fósil y entrar en la economía del hidrógeno. El hidrógeno ofrece amplias posibilidades como fuente de energía limpia y renovable, y es potencialmente más energético que los otros combustibles conocidos. Y, además de las ventajas en su combustión de no generar residuos contaminantes, destaca su gran abundancia en la naturaleza.

El hidrógeno es un gas incoloro, inodoro y no tóxico. Es el elemento más ligero y abundante de la naturaleza. Constituye aproximadamente el 80% de la masa de toda la materia del Universo y se encuentra en el 90% de las moléculas. El Sol, por ejemplo, es casi 100% hidrógeno puro y toda la energía que nos envía proviene de la fusión de los átomos de hidrógeno. En nuestro planeta, el hidrógeno raras veces se encuentra en forma libre. La mayor parte está unido al oxígeno formando agua (H2O). Por eso, las auténticas minas de hidrógeno son los océanos, el agua dulce y los glaciares. El hidrógeno es una forma secundaria de energía que se debe transformar con otras fuentes primarias. Es un portador de energía que nos permite producir otra fuente de energía (por ejemplo, electricidad, y con ella obtener energía luminosa, calorífica, etc.). Y requiere de una importante fuente de energía para extraerlo en una forma energéticamente aprovechable. Por eso, el desarrollo e implantación generalizada de tecnologías del hidrógeno como fuente de energía supone un compromiso esencial para una gestión sostenible de los recursos, encaminada a lograr un uso generalizado de las energías renovables, y cubriendo, a la vez, las necesidades energéticas de la sociedad actual.

Este sistema de producción de hidrógeno con energía renovable es realmente sostenible, siempre y cuando se tenga energía solar, eólica o cualquier otra fuente renovable, para poder producir la energía eléctrica allí donde haga falta y cuando sea necesaria. Y el método que escojamos para obtener hidrógeno puede ser decisivo para el cambio del sistema energético. Por eso, la elección de la metodología a utilizar para obtener hidrógeno se ha de plantear en base a la pila de combustible. Porque, la ventaja de las pilas de combustible que funcionan directamente con hidrógeno gas es que pueden ser útiles para almacenar el exceso de energía eléctrica producida en momentos de mucho viento, o para usar de noche en lugares con una fuerte radiación solar, o para el sector del transporte que consume en torno al 40% de la energía.

David Illán

S. de Medioambiente y Ordenación del Territorio

Comisión Ejecutiva Regional del PSRM-PSOE
Saludos cordiales
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
CONSULTAJURIDICACHILE.BLOGSPOT.COM
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Santiago, Chile

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