Los nuevos biocombustibles procederan de los desechos
Las plantas de segunda generación sustituyen los cultivos por paja o madera
Fuente: El País
Autor: Javier Sampedro
Fecha: 24-03-2009

RESIDUOS PARA BIOCOMBUSTIBLES
Los biocombustibles primarios -maíz, palma o caña de azúcar cultivados para su uso energético- pierden fuelle ante una segunda generación inspirada en el reciclado. Alemania, el primer productor mundial de biodiésel antiguo, ha marcado la pauta con la primera refinería que saca fuel de la madera. Y el Reino Unido abrió en enero un Centro de Bioenergía Sostenible para obtenerlo de residuos agrícolas, desechos leñosos, algas marinas y microbios alterados.
Hay dos problemas con los biocombustibles primarios, uno ambiental -requieren ganar al bosque nuevas tierras de cultivo, lo que agrava el cambio climático- y otro económico: pueden alterar los precios, y comprometer el suministro de alimentos como el azúcar, el sorgo y el maíz.
La Unión Europea revisó el año pasado su objetivo para  2020, que era cubrir con biocombustibles (de los llamados primarios) el 10% de  la energía para el transporte. Bruselas mantiene esa cifra, pero ha decidido que  se pueda cubrir también con hidrógeno, paneles solares o cualquier otra fuente  renovable. 
Contra las expectativas de hace unos años, y pese  al apoyo de muchos gobiernos, incluido el español, el mercado mundial lleva  tiempo acumulando excedentes de biocombustibles primarios. Hay un  exceso de oferta, según el sector. Repsol, por ejemplo, acaba de congelar la  construcción de una planta en Tarragona que iba a producir 150.000 toneladas  anuales. 
Al mismo tiempo, sin embargo, la primera refinería de  segunda generación ha nacido en Friburgo: Industrias Choren empezará este año a  producir 13.500 toneladas de biodiésel a partir de residuos de madera. La  empresa se basa en una técnica propia llamada Carbo-V que primero convierte la  madera en gas, y luego usa el gas para sintetizar el diésel.
Los residuos leñosos -paja, madera, partes no comestibles de los  cultivos- son una fuente potencial muy abundante. Pero digerir la madera ha  resultado un problema técnico extremadamente difícil. Mientras Industrias Choren  explota su método químico exclusivo, los británicos se han acordado de una vieja  pesadilla de sus costas: el gribble, la versión marina de una  termita.
El gribble de cuatro puntos (Limnoria quadripunctata) es un pequeño crustáceo. Se conoce en el norte de Europa desde hace siglos por sus destrozos en la quilla de los barcos, y más en Inglaterra, donde se comió el muelle victoriano de Swanage. Simon McQueen-Mason, de la Universidad de York, ha identificado las enzimas (catalizadores biológicos) que digieren la madera en el estómago del gribble.
"Hemos hallado enzimas nunca  vistas", dice el científico. "Falta ver si podemos adaptarlas para objetivos  industriales". McQueen-Mason coordina el programa de investigación sobre el  gribble en el Centro de Bioenergía Sostenible del Reino Unido. Con una dotación  pública de 27 millones de libras (29 millones de euros), el centro es la mayor  inversión británica en investigación sobre biocombustibles de cualquier  tipo.
Pero sus  seis programas científicos persiguen un objetivo muy definido a corto plazo: la  producción industrial de bioetanol a partir de paja de cebada. Incluyen el  desarrollo de un cereal optimizada para lo que nadie la ha mejorado en 10.000  años de agricultura: que tenga una paja más energética. Otros laboratorios  trabajan con los microorganismos que producen el actual bioetanol primario a  partir de cultivos. Quieren crear cepas adaptadas a usar paja en vez de  grano.
El pionero privado de la genómica,  Craig Venter, tiene planes más ambiciosos para las bacterias. Se ha dedicado en  los últimos años a secuenciar en masa cualquier cosa que saliera del agua,  empezando por el mar de los Sargazos. La gran mayoría de los microorganismos no  crecen en los cultivos convencionales, y esta estrategia no los necesita. Venter  ha descubierto así miles de nuevos microbios y millones de nuevos  genes.
Entre ellos hay 3.000 genes que fabrican distintos  fotorreceptores, las proteínas especializadas en captar la luz solar. Una de las  ideas de Venter es crear una bacteria artificial que lleve toda una gama de esos  genes para aprovechar un espectro muy amplio de la energía solar. Convirtiendo  en hidrógeno un 10% de esa energía, el científico calcula que una superficie de  13.000 kilómetros cuadrados bastaría para alimentar todo el transporte de  Estados Unidos.
Venter ha creado su nueva  empresa, Synthetic Genomics, alrededor del concepto de vida sintética: un genoma  bacteriano que podrá ser hecho desde cero, añadiendo una a una las funciones  buscadas, y combinándolas a la carta. Su gran plan es usar esa vida sintética  para producir biocombustible. O combustible a secas.
Difundan este artículo
CONSULTEN, OPINEN , ESCRIBAN LIBREMENTE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
www.el-observatorio-politico.blogspot.com
www.lobbyingchile.blogspot.com
www.biocombustibles.blogspot.com
www.calentamientoglobalchile.blogspot.com
www.respsoem.blogspot.com
oficina: Renato Sánchez 3586 of. 10
Teléfono: OF .02- 8854223- CEL: 76850061
e-mail: rogofe47@mi.cl
Santiago- Chile
Soliciten nuestros cursos de capacitación y consultoría en LIDERAZGO - GESTION DEL CONOCIMIENTO - RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL  LOBBY  BIOCOMBUSTIBLES , asesorías a nivel nacional e internacional y están disponibles para OTEC Y OTIC en Chile



