 El viaje de  ida y vuelta del etanol en Brasil
 El viaje de  ida y vuelta del etanol en Brasil Después de la  primera gran crisis mundial del petróleo, a partir de 1973, el Gobierno  brasileño decidió crear un combustible alternativo, el etanol, que sustituyese a  la gasolina y, por lo tanto, acabase con la dependencia del país de los  derivados del petróleo, que en aquella época era casi total. De esta manera, en  1975, nació el Proálcool, un programa que contaba con recursos del  Gobierno para la investigación y el desarrollo del nuevo combustible, además de  otorgar subsidios a la venta de vehículos y combustible, así como la reducción  de impuestos.
  
 A mediados de  los años 80, el 96% de los automóviles nuevos vendidos en el país utilizaban el  etanol como combustible. En aquella época, Brasil pasó por un serio problema de  desabastecimiento por el exceso de demanda. Cuando los precios internacionales  del petróleo disminuyeron a principios de los 90, los brasileños volvieron a  comprar automóviles de gasolina. En 2003, apenas el 10% de los coches nuevos  vendidos por la industria brasileña utilizaban etanol.
  
 En 2004 se  produce una nueva revolución: se empiezan a comercializar coches con motores  flexibles, conocidos como Flex, que son  bicombustibles,  es decir, funcionan tanto con alcohol como  con gasolina o con la mezcla de ambos en cualquier proporción. Como el precio  del alcohol estaba bajo, el consumo del combustible creció. Esto se reflejó en  la venta de coches en el país. El pasado mes de diciembre, el 73% de los  automóviles vendidos en Brasil eran Flex.
  
 Al aumentar el  consumo, aumentaron los precios. Así, en 2005, el precio del etanol subió un 28%  frente a la inflación oficial de apenas un 5,69% anual. A principios de enero de  este año período entre cosechas en el cultivo de la caña de azúcar, materia  prima básica para la producción de etanol-, el precio ha aumentado más del 6%,  provocando una pequeña crisis entre el Gobierno federal y los productores y  distribuidores del combustible. Pocos días después se logró alcanzar un acuerdo  para fijar un techo en los precios.
  
 Esta pequeña  crisis generó una serie de incertidumbres: ¿está Brasil preparado para utilizar  el etanol como una alternativa real y definitiva a los derivados del petróleo?  Por otro lado, ¿tiene Brasil la capacidad de transferir este beneficio a otros  países, principalmente a los grandes consumidores de combustible como Estados  Unidos?
  
 ¿Una  alternativa real al petróleo?
  
 Para Luis  Augusto Barbosa Cortez, profesor de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la  UNICAMP (Universidad Estadual de Campinas), la utilización del etanol como  combustible para los vehículos es una realidad. Hoy en día, en Brasil, hay  coches bicombustibles o que funcionan con un 25% de alcohol y un 75% de  gasolina, la gasolina vendida en las estaciones de servicio brasileñas tiene  obligatoriamente por lo menos un 25% de alcohol anhidro,  comenta.
  
 Sin ir más  lejos, Petrobrás, la mayor empresa brasileña que actúa principalmente en el  sector del petróleo, anunció en enero que pretende construir un alcoholducto  -tubería para transporte de este combustible- entre el Estado de Goiás, en  el centro oeste del país, y São Paulo, en el sudeste.
  
 Aunque, en  Brasil, el etanol es actualmente una realidad, Cortez considera fundamental que  el Gobierno participe más en la reglamentación y regulación del mercado, ante el  riesgo de que se produzcan problemas de desabastecimiento. Esto podría ocurrir  debido a que la producción del alcohol combustible y la de azúcar están muy  ligadas, pues ambos productos derivan de la caña de azúcar. Si el precio del  azúcar es mayor, el productor no lo piensa dos veces y deja de fabricar alcohol  combustible para producir el primero. Además, hay muy buenas perspectivas para  el mercado de azúcar, ya que, recientemente, la OMC (Organización Mundial de  Comercio) declaró ilegales las restricciones a la importación de este producto  impuestas por la Unión Europea, lo que podría abrir nuevos mercados al azúcar  brasileño.
  
 El Gobierno,  advierte Cortez, debe cuidar los intereses de los consumidores, ya sean de  azúcar o de alcohol, y ver si existen suficientes mecanismos de regulación, si  hay suficientes existencias, si hay una política de precios, cuáles son los  medios disponibles para mantener los precios, etc..
  
 Fuera de las  fronteras brasileñas también están interesados en la utilización del etanol como  una fuente importante de combustible. El presidente de Estados Unidos, George W.  Bush, ha puesto un gran énfasis en sus últimos discursos en el uso de métodos de  energía alternativos, entre ellos el etanol, para reducir la dependencia  estadounidense del petróleo. Hoy en día, los coches de este país consumen etanol  en una cantidad similar a los brasileños. El problema radica en que, al  contrario que en el país suramericano, en EEUU sólo 600 estaciones de servicio,  de las 180.000 que hay en el país, suministran etanol. Por este motivo, lo que  más se consume es la mezcla de etanol y la gasolina, en una proporción de  aproximadamente un 10% y un 90%, respectivamente.
  
 Muchas  ventajas y pocos inconvenientes
  
 La utilización  del etanol supone una serie de ventajas respecto a otro tipo de combustibles,  explica la profesora y economista Aparecida de Angelo Teixeira de la PUC-SP  (Pontificia Universidad Católica de São Paulo), en Brasil. En primer lugar,  dice, en algunas regiones brasileñas, el precio por litro del alcohol es entre  un 40% y un 45% menor al de la gasolina. Por otro lado, añade, aunque el motor  a alcohol consume más por kilómetro andado, al comercializarse un 30% más barato  que la gasolina, su uso sigue siendo ventajoso. Además, su coste operacional es  más bajo, contamina menos y se produce a partir de la caña de azúcar, una fuente  renovable, a diferencia que el petróleo. Sin olvidar que se puede obtener de  otros muchos vegetales.  Por eso, hoy por hoy, con el  aumento del consumo del petróleo que ya ha sobrepasado el nivel de los 60  dólares por barril, el alcohol está volviendo a ser un producto atrayente,  señala.
  
 Reinaldo Pisan  Júnior, ingeniero químico y profesor de la UNAERP (Universidad de Ribeirão  Preto), profundiza en las ventajas medioambientales que supone el uso del etanol  y añade: la cantidad de CO2- dióxido de carbono, gas contaminante que provoca  el llamado efecto invernadero- que el coche emite cuando quema alcohol va  a ser reabsorbido cuando la planta de caña de azúcar crezca. Si se analiza el  flujo de carbono, se observa que el balance de carbono en este contexto es  ligeramente positivo, la planta absorbe un poco más de carbono de lo que el  alcohol libera al ser quemado. De forma general, el alcohol tiene un impacto  beneficioso respecto a los gases del efecto invernadero. Por otro lado,  explica, cuando se añade alcohol a la gasolina se reduce la emisión de CO  (monóxido de carbono) y de material en partículas.
  
 Desde el punto  de vista económico, Pisani destaca que el alcohol contribuye de una manera muy  positiva a la balanza comercial del país. De acuerdo con el profesor, las  economías de escala que provienen de la producción de etanol ha generado un  descenso de precios en la producción de azúcar. Así, este producto gana  competitividad a nivel internacional. Para Brasil, la producción de alcohol  también supone una reducción de la importación de 200 mil barriles/día de  petróleo. Además, la industria de alcohol y de azúcar genera más de un millón de  empleos en el país.
  
 Pisani también  es optimista respecto a la capacidad productiva brasileña: Al principio de la  planificación de Proálcool, se estimaba que la capacidad de Brasil para  producir etanol estaba en 16.000 millones de litros por año. Nuestra producción  actual es de alrededor de 10.400 millones de litros anuales. Esto significa que  todavía podría haber un crecimiento del 60%.
  
 Cortez es otro  de los muchos que ven en el alcohol combustible una buena oportunidad de negocio  para el país. Es excelente desde el punto de vista medioambiental. Y para  nosotros es un bien estratégico, porque con nuestra tecnología podemos atenuar  la volatilidad de los precios del petróleo en el mercado mundial. Brasil puede  ganar mucho dinero con el alcohol. Además, para este profesor, el etanol ha  conseguido adaptarse a los avances tecnológicos y cree que tiene la capacidad  para seguir haciéndolo en el futuro. El coche híbrido -adoptado en países como  EEUU y Japón que posee un motor eléctrico y uno a combustión- puede funcionar  con alcohol. Y en un coche de células de combustible, que prevé el hidrógeno  como combustible, se podría encontrar una solución para generar el hidrógeno en  el propio coche. Funcionaría con un transformador, es decir, con un aparato que  separe el hidrógeno de la composición de etanol, produciendo hidrógeno a partir  de alcohol. Pero para esto último ya estamos hablando de muchos años de  investigación, aclara Cortez.
  
 Claro que el  alcohol también tiene algunas desventajas. Entre ellas está la necesidad de un  gran consumo de energía eléctrica para su producción o la generación de residuos  contaminantes. Pero, para la mayoría de los expertos, los inconvenientes son tan  pocos y tan fácilmente solucionables que no tienen la capacidad de hacer  inviable el combustible. Sin embargo, cuando se trata de evaluar la posible  exportación de la materia prima y la tecnología a otros países, no todos los  expertos consultados se muestran igual de optimistas.
  
 Dudas respecto  a la capacidad exportadora
  
 En opinión de  la profesora Teixeira para Brasil  eficiente en la producción de etanol-  exportar la tecnología de la producción del automóvil bicombustible, así como la  del etanol, sería bastante ventajoso. El inconveniente está,  dice,  en transformar el país en un inmenso cañizal para  beneficio del comercio internacional y de una pequeña parte de la población en  detrimento de los problemas ambientales que se provocarían. Además, cabe la  posibilidad de que se rompa la estructura del mercado internacional del azúcar  con el consecuente desequilibrio de precios. La aplicación del modelo brasileño  a otros países, como EE.UU., por ejemplo, es posible aunque deban hacerse muchas  adaptaciones, comenta.
  
 Sin embargo,  Aparecida Teixeira sí considera que Brasil podría abastecer a otros mercados:  Pero esto provocaría una reorganización y un momentáneo desequilibrio interno,  tanto por la alineación con los precios internacionales como por la  reorganización en la distribución de alcohol y de azúcar en las procesadoras.  Las industrias del azúcar y del alcohol están en manos de la iniciativa privada  y el Gobierno no actúa con stocks reguladores, permitiendo, de esta  manera, que ocurran crisis de abastecimiento entre las  cosechas.
  
 Cortez, a  pesar de haber alertado sobre las características singulares del mercado del  alcohol por estar íntimamente vinculado al del azúcar, hace un análisis  moderadamente positivo sobre las posibilidades de exportación brasileñas: Si es  necesario un aumento en la producción de 5.000 millones de litros en los  próximos dos o tres años, ¿será Brasil capaz de responder a la demanda? Si no  hay muchos problemas en el mercado de azúcar o en el mercado internacional, no  es imposible, considera.
  
 Es difícil  imaginarse que en el futuro toda la gasolina pueda ser sustituida por alcohol.  Yo no creo que esto vaya a suceder, afirma Cortez. Pero me parece que, poco a  poco, vamos a llegar, de aquí a diez o veinte años, a tener un porcentaje  importante de substitución. Hoy en día, el 2% del combustible utilizado para  vehículos en el mercado mundial es el alcohol: un 1% por parte del mercado  brasileño y un 1% por parte del mercado estadounidense. No me sorprendería si en  10 años llegásemos al 4% y en veinte años ese número pudiese llegar cerca del 8%  ó 10%.
  
 Por último, la  creatividad y la capacidad de desarrollo de nuevas tecnologías para reducir la  dependencia brasileña del petróleo han sido numerosas. Por ejemplo, la empresa  brasileña Embraer, tercer mayor fabricante de aviones del mundo, produce el  Ipanema, una aeronave de uso agrícola, con motor de alcohol. El uso de gas  natural como combustible vehicular (producto mucho menos contaminante que la  gasolina, por ejemplo) también ha avanzando significativamente en Brasil ya sea  por el uso de coches bicombustibles (gasolina más gas) o tricombustibles  (gasolina más gas más alcohol). También se está produciendo en el país otra  revolución en el mundo de los combustibles: el desarrollo del biodiesel,  producido a partir de aceites vegetales que puede sustituir al diesel derivado  del petróleo.
 Saludos cordiales
RODRIGO GONZALEZ  FERNANDEZ
CONSULTAJURIDICACHILE.BLOGSPOT.COM
Renato Sánchez 3586 dep  10
Santiago, Chile