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miércoles, septiembre 26, 2007

Biocombustibles: quiénes están liderando el negocio

Biocombustibles: quiénes están liderando el negocio

del momento

Ni la discusión sobre los eventuales perjuicios de la producción de biodiesel –como

competir por la materia prima con los alimentos–, ni los reparos a la actual

legislación argentina en la materia, ni la falta de un precio internacional de

referencia para los combustibles verdes.

Ninguno de estos argumentos frenó a una decena de empresas, desde pymes hasta

multinacionales, que ya tienen en marcha proyectos de producción de biodiesel por

US$ 300 millones. Y hay anuncios por otros US$ 600 millones, tanto para biodiesel

como para etanol.

El mundo está comprando combustibles generados en base a palma, colza, maíz,

caña de azúcar y otras alternativas verdes por cerca de US$ 15.000 millones. Se

estima que, en 2015, esa cifra se triplicará, con una alta demanda por parte de

Europa y Estados Unidos, que ya fijaron la obligatoriedad de mezclar la nafta y el

gasoil con un cierto porcentaje de estos productos.

La carrera para abastecer a los nuevos mercados ya se largó. Las cerealeras

reúnen el combo perfecto para picar en punta: poseen acceso a materia prima, el

complejo oleaginoso más eficiente del mundo, una red logística integrada y salida al

puerto.

Tanto las internacionales, como Bunge, Glencore y Louis Dreyfus, como las

nacionales Molinos, Vicentín y Aceitera General Deheza, están construyendo plantas.

La de Renova –joint- venture de Glencore y Vicentín– ya funciona en San Lorenzo y,

con una capacidad de 200.000 toneladas anuales, es la más grande de las seis que

están operando o tienen permiso de la Secretaría de Energía para hacerlo.

Las otras son las Vicentín (en Reconquista), Derivados San Luis, Soyenergy,

Advanced Organic Materials y Biomadero. Entre fines de este año y mediados del

próximo se inaugurarán en Santa Fe la de Ecofuel –de Aceitera General Deheza con

Bunge– (Puerto San Martín), Molinos (San Lorenzo) y Louis Dreyfus (General

Lagos). Esta última sería la más grande de esta camada, con 300.000 toneladas.

También están en construcción proyectos de inversores que no cuentan con la

materia prima pero encontraron mecanismos para conseguirla. En este grupo están

Eduardo Eurnekian y el estadounidense Douglas Albrecht, accionista de la forestal

Tapebicuá, que es controlante de Celulosa.

El concesionario de los aeropuertos creó Unitec Bio, cuya planta será vecina a la de

AGD y Bunge. En sus 15 hectáreas pueden llegar a funcionar cuatro plantas. Para la

primera, que producirá 200.000 toneladas por año, pondrán US$ 45 millones.

Albrecht se unió a Cazenave y Asociados, al Credit Suisse y otros inversores para

crear Patagonia Bioenergía.

Destinarán US$ 50 millones para producir inicialmente 250.000 toneladas desde

mediados de 2008. "Existe la posibilidad de llegar a 350.000 e n una segunda etapa

y a 600.000 en total", dice Gabriel Obrador, director de la firma que también está en

San Lorenzo, nueva meca del biodiesel.

"Al final de 2008, la capacidad de biodiesel ascenderá a 1,46 millones de toneladas

anuales", señala Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de

Biocombustibles. Hay otra lista de firmas en gateras: Explora, liderada por Axel

Boerr, la argentina Raiser y las españolas GEA y Green Line.

Y, entre los que prometen proyectos, está la dupla Julio Gutiérrez- César Báez (ex

CableVisión), AdecoAgro (donde participa George Soros), la estadounidense

Imperium y la brasileña Integrated Biodiesel Industries. Si se concretan, por los

datos conocidos, agregarán otras 1,55 millones de toneladas. La incógnita es qué

harán Nidera y Cargill ("lo estamos estudiando", dicen).

Repsol YPF también deshojan la margarita. En 2005, anunció una inversión de US$

30 millones. Pero no hubo más novedades, hasta que en julio pasado incorporó al

objeto social de su filial YPF la producción de biocombustibles, muestra de que aún

está interesada.

El despegue del bioetanol va por otro carril (ver aparte). Hoy, sólo la tucumana Los

Balcanes hace 80.000 toneladas anuales.

Sin beneficios

La ley argentina establece que, a partir de 2010, el gasoil y la nafta deberán ser

cortados con 5% de combustibles verdes. En la Unión Europea, será el 5,75%

también en tres años. En el bicentenario, la Argentina deberá contar con 600.000

toneladas de biodiesel para mezclar con gasoil –un combustible que escasea y que

hoy debe importarse para abastecer la demanda– y 160.000 toneladas de etanol

para agregar a las naftas. Pero los desarrollos más grandes sólo tienen sus ojos

puestos en el exterior.

Todo indica que el negocio se dividirá entre un mercado grande de exportación,

que abastecerán las cerealeras (que no se ven beneficiadas con la ley de promoción

del sector), y uno medio, que se dedicará a proveer el corte obligatorio que

requerirá el país (pymes de menos de 65.000 toneladas de capacidad, que

probablemente logren acceder a las ventajas impositivas).

"Quedará otro mercado más chico, de autoconsumo o grupos de productores",

analiza Enrique Lasgoity, asesor de Derivados San Luis. Las empresas están algo

inquietas por el precio en que tendrán que vender el biodiesel en el mercado local.

El importe lo establecerá el Estado, lo que genera incertidumbre. Es más: no son

pocos los que creen que la norma debería revisarse. Quizá éste sea uno de los

temas de debate en la flamante cámara que crearán las principales jugadoras del

sector.

¿Por qué exportar combustible en base a aceite y no el aceite?. La mayoría de los

consultados acepta, en off the record (característica del hermético sector cerealero),

que las tasas de las retenciones hacen la diferencia. El biodiesel paga 5%, mientras

que las de oleaginosas oscilan entre 24% (aceite) y 27,5% (en grano).

El precio actual de la tonelada de exportación de biodiesel es US$ 760 y se prevé

que irá en ascenso (se llegó a pagar 900 euros en Europa). Con 2,4 millones de

toneladas para embarcar, serían ingresos por US$ 1.800 millones. Fernando Peláez,

CEO de Unitec Bio, dice que "la rentabilidad del negocio es muy variable, según los

precios" y, de hecho, la empresa analiza producir también glicerina, un subproducto,

para elevar el margen. Julio Gutiérrez saca sus cuentas: "Creo que en 7 años se

recupera la inversión. Además, con la incorporación de nueva materia prima, como

colza o jatropha, que rinden más, los números pueden cambiar". La jatropha ofrece

hasta 40% de aceite, el doble de lo que se puede extraer de la soja.

"El biodiesel todavía no es un commodity: los traders no pueden determinar su

valor a futuro, a los analistas les faltan herramientas para establecer el rating de la

compañía en función del stock de biocombustible", dice Patrick Adam, delegado para

América latina de DesMet Ingenieurs & Contractors, una desarrolladora de biodiesel

que también levanta plantas. "La mayoría de las transacciones son privadas. No hay

un precio internacional. Eso puede provocar algunas dudas en un panorama general

alentador".

Fuente: Suplemento iEco de Clarín, escrita por Martín Bidegaray, Natacha Esquivel

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