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jueves, septiembre 21, 2006

COLUMNA DEL DEFENSOR DE LA NACION ARGENTINA.EDUARDO MONDINO

PRENSA
     Artículos del Defensor 

18/09/2006

No hay que ser alarmistas: no hay crisis ni emergencia energética

Nuestro país esta necesitando un programa de responsabilidad energética donde todos los actores – el Estado, los productores, generadores, usuarios en general, etc. – participen activamente. El Estado tiene un rol principal en un programa de este tipo explicitando claramente las necesidades energéticas que se requieren. Como tiene la tarea de conducir el proceso debe realizar un amplio consenso con todos los actores para que se sientan parte del mismo. Además, en esencia, debe hacer cumplir la ley.

Con respecto a los  costos en materia energética hay que terminar con este mito de que las tarifas residenciales son determinantes de la función económica de las empresas porque la incidencia del sector residencial en esta ecuación es mínimo. Por ello plantear la cuestión del atraso  tarifario como problema de la discusión es una falacia.

Nos preocupa que en estos momentos Argentina esté exportando petróleo (5 mil millones de metros cúbicos anuales) mientras importa unos 3 millones de metros cúbicos anuales de gasoil y fueloil, cuando la Ley de Hidrocarburos es muy clara y  prohibe expresamente exportaciones mientras el mercado interno no esté debidamente abastecido. Estamos siguiendo detenidamente los problemas de escasez de algunos hidrocarburos (gasoil, entre otros) y no vamos a dudar en realizar - si es necesario - una presentación judicial para que se cumpla la Ley de Hidrocarburos que señala que primero se debe garantizar el consumo interno y recién después se pueda exportar.

Si no hay mayor exploración e inversiones en áreas petroleras, cada vez vamos a importar mayor cantidad de combustibles, es decir, volveremos  a ser un país dependiente de energía. Hoy se invierte un tercio de lo que haría falta para mantener las reservas. Por ejemplo, para recuperar y mantener el nivel de reservas de 10 años de petróleo y 25 años de gas, las inversiones exigidas y controladas por el Estado en exploración deberían superar los 1.500 millones de dólares anuales y los primeros frutos de eso se verían en 5 años. Hoy el país no destina anualmente más de 450 millones de dólares para exploración y desarrollo.
Los problemas que hoy tenemos son de larga data y se deben en gran parte a las imprecisiones y vaguedades normativas del modelo de la década pasada. En los años 90 se firmaron contratos de concesión condicionados por un Estado quebrado, los cuales posteriormente se modificaron y las empresas reclamaron al Estado grandes sumas.

Deben destacarse, sin embargo, los aspectos positivos del actual modelo energético, con un Plan de Obras en construcción y proyectos acordados con el sector privado.

No hay que ser alarmistas: no hay que hablar de crisis ni de emergencia. El país necesita de un Programa de Responsabilidad Energética donde todos los actores (el Estado, los productores, generadores,  los usuarios en general, etc.) cumplan su rol a conciencia. Desde luego que el Estado tiene un papel principal en este tipo de Programa para conducir todo el proceso, consensuar con todos los actores intervinientes y haciendo cumplir la Ley.

Un Plan no se impone solo con normativas, castigos y penalidades. Requiere, especialmente, de la responsabilidad y compromiso de todos los actores que participan en el.  





Columna publicada en el diario Crónica el día 18 de Setiembre de 2006

 

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