| ETANOL, INSTRUMENTO POLÍTICO PARA WASHINGTON Por Mario Esquivel Declaraciones de Rafael Ramírez, Ministro del Poder Popular de Energía y Petróleo de Venezuela. |
El etanol, factor clave en la estrategia energética internacional, se perfila hoy como un instrumento político de Estados Unidos para cubrir sus niveles de consumo y escapar de la dependencia del petróleo venezolano y del Medio Oriente. Durante la reciente gira latinoamericana del presidente George W. Bush, so pretexto de fomentar las fuentes alternativas de energía, surgió la iniciativa de fomentar cultivos capaces de servir de materia prima para elaborar ese combustible. Frente a tal paso, el mandatario venezolano, Hugo Chávez, expresó que este país no es contrario al empleo del etanol, sino al "plan imperial que pretende manipular al mundo con ese tema". La realidad muestra que los proyectos de la Casa Blanca requieren utilizar enormes extensiones de tierras fértiles en cultivos susceptibles de ser empleados como base en la elaboración del mencionado producto. Para el ministro de Energía y Petróleo de Venezuela, Rafael Ramírez, la iniciativa de Bush es "una especie de artimaña política del mandatario para tratar de levantar su popularidad o imagen en su propio país". En caso de destinar unos 50 millones de hectáreas de suelos y exhorbitantes volúmenes de agua y fertilizantes a ese proyecto, el impacto en el mercado mundial de gasolina apenas seria del dos al cinco por ciento. En efecto, solo Estados Unidos consume diariamente poco más de nueve millones de barriles de combustibles para vehículos, en una tendencia de sostenido crecimiento que confirma el despilfarro de recursos no renovables, unido al impacto ambiental negativo. Por otra parte, el mundo industrializado aspira a convertir a los países en desarrollo en simples productores de biocombustibles con destino a los mercados industrializados, sin tomar en cuenta las necesidades de alimentos de la población. Maíz, caña de azúcar, soya y yuca son algunos de los rubros considerados ideales para elaborar etanol, y a la vez representan productos básicos líderes en las naciones del Sur, tanto con destino al consumo como la exportación. Asimismo, la demanda de mayores áreas de siembra conllevaría el riesgo de la deforestación, tal y como ocurre en la zona del Amazonas, con la sistemática destrucción de bosques bajo el pretexto de ayudar a las economías menos favorecidas. El interés de los países desarrollados por el citado energético coincide con el sostenido encarecimiento del petróleo a niveles superiores a los 55 dólares el barril, unido al derroche presente en las economías industrializadas. Una acción de ese tipo contrasta con la iniciativa de naciones como Venezuela, donde el citado rubro se utiliza como aditivo en mezclas de gasolina para reducir los niveles de contaminación, con necesidades diarias cercanas a los 20 mil barriles. Precisamente, la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) destacó la existencia de proyectos conjuntos con Cuba para instalar en el país de 11 plantas dedicadas a la producción del etanol con destino al mercado interno. Caracas aprecia a ese como un producto más de la industria azucarera, no un objetivo principal en el cultivo de extensas áreas de caña y mucho menos como herramienta de influencia política, como aspira Washington. Una estrategia de ese tipo permitiría a Estados Unidos reducir la dependencia de suministradores tradicionales de ese mercado, como son los casos de Venezuela y el Medio Oriente. En el primero de ellos el objetivo responde a la firme posición de Chávez frente a los intentos hegemónicos de la administración norteamericana en América Latina, los cuales enfrentan una oposición creciente ante los cambios en el espectro político de la región. |
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