Sin embargo, dos años después, en pleno furor de los precios de los alimentos, desde enero de 2009 hasta hoy, el presidente de Nestlé, una de las más grandes compañías de alimentos manufacturados del mundo, en Davos (Suiza) ha dicho que hacer etanol de alimentos, maíz principalmente, es una "absoluta locura". ¿Quién tiene la razón: el sindicalista y buen presidente del Brasil o el gerente capitalista de una multinacional y el relator de la ONU?
El incremento mundial de los precios de los alimentos desde febrero del 2009, especialmente de azúcar, maíz y aceites, está afectando a los millones de hogares del mundo, y los pobres están recibiendo estas malas noticias con el estómago vacío. De acuerdo con la FAO, cerca de 1.000 millones de personas sufren de hambre y desnutrición, y 1.000 millones adicionales sufren de la llamada "hambre silenciosa".
El punto de quiebre en los precios de los alimentos está en la conversión del maíz en combustible, y en los planes de los gobiernos para hacerlo cuando se vio el potencial para producir etanol a partir de maíz. El precio del petróleo determina el precio del etanol y, como resultado, el del maíz para la producción de etanol, y el de la soya para la de biodiésel. Esta situación conduce a la competencia por tierras y recursos de trabajo y capital para sembrar cultivos asociados a la demanda de biocombustibles, mientras otros cultivos pierden área y recursos y la oferta de alimentos va quedando rezagada, y de esta manera los precios aumentan. En Colombia se producen biocombustibles a partir de la caña de azúcar (etanol) y la palma africana (biodiésel).
En un trabajo econométrico titulado 'Feed Grains, Ethanol and Energy' ('Granos forrajeros, etanol y energía'), elaborado por Tom Elam y Steve Meyer (2010), se encontró que el mandato del gobierno estadounidense para producir etanol a partir de materiales agrícolas, especialmente el maíz, tuvo como consecuencia el desplazamiento de la demanda de maíz y, como resultado, el rápido incremento de la producción de etanol partir del 2005.
El mandato para producir combustibles renovables, introducido en la Ley de Energía del 2005 y que fue expandido en el 2007, ha determinado que el uso del maíz para la producción de etanol comience a ser un factor importante en su demanda y, por lo tanto, en el incremento de los precios del grano, cuando la producción de etanol sobrepasó los 4.000 millones de galones.
Por otro lado, el uso creciente del maíz para producir etanol hizo que los precios del grano se hicieran más sensibles a los precios de la energía. El estudio encuentra que por cada 1.000 millones de galones de etanol por encima de 4.000 millones los precios del maíz se incrementan y, a su vez, estos incrementos hacen que los inventarios de maíz sean más bajos.
Ahora con los precios del petróleo, que ya han estado por encima de los 105 dólares por barril, es de esperar que "habrá aún más presión al alza sobre los precios del maíz. La cuestión de fondo es el hecho de que la tierra disponible para la producción de cereales y oleaginosas es limitada. El aumento de las metas de producción de etanol y de mezcla de este con la gasolina y los precios de la energía podrían causar que los precios del maíz aumenten aún más y que atraigan más tierras para producir más maíz, al igual que las tierras que hoy ocupan otros cereales. La tierra desviada al maíz, a su vez, pone presión sobre los precios al alza sobre los otros cultivos importantes que compiten por esa superficie", como la soya y el trigo. Igualmente, esto incluye la presión sobre los precios de la carne, de res y pollo.
Sin embargo, la expansión de la producción de etanol y biodiésel no está determinada por las fuerzas del mercado (ni cayó del cielo), sino por la intervención del gobierno, que otorga aranceles, subsidios directos e indirectos, y alivios tributarios a los procesadores en todas partes del mundo. En el caso de Colombia, el galón de etanol se liquida, mediante una fórmula muy complicada (resolución del 27 de mayo del 2009, Ministerio de Minas y Energía), aproximadamente al precio que se paga por la gasolina corriente en la gasolinera (¡qué regalo!), con el agravante de que el precio del etanol no incluye el impuesto global a la gasolina, la sobretasa a la gasolina y el IVA, como sí los tiene la gasolina, situación que no beneficia al consumidor, sino al oligopolio del etanol.
Si la culpa de esta situación -los altos precios de los alimentos- es de los gobiernos, que solo ofrecen "agua molida y viento raspado" para los pobres, ellos están obligados a detener esta locura. Todo parece indicar que los beneficios de producir etanol, incluso teniendo en cuenta los beneficios ambientales, que aquí no se han discutido, son más bien escasos; mientras, sus costos, sumamente altos para los más pobres, colocan el plato de comida a alturas inalcanzables.