La agresiva campaña mediática que hay en contra de los biocarburantes busca confundir a la opinión pública mediante falacias que pretenden falsamente atribuir a los biocarburantes ser la causa del elevado precio del grano, la falta de seguridad alimentaria en países en vías de desarrollo, la deforestación de los bosques o las emisiones contaminantes. Muchos de los argumentos que aquí expondré están extraídos del informe titulado "Biocarburantes y Desarrollo Sostenible: Mitos y Realidades"[1], publicado por la Asociación de Productores de Energías Renovables.
Impacto de los biocarburantes sobre el precio del grano
Algunos medios han afirmado que, al generarse a partir de cereales, la producción de biocarburantes hace que su demanda aumente, y por ello se encarezcan sus precios y se trasladen así a los alimentos.
Se cita con frecuencia, como caso paradigmático, el aumento del precio de las tortitas mexicanas debido, supuestamente, a la producción de bioetanol en los Estados Unidos. Sin embargo, la realidad es que el maíz blanco usado en México para producir tortitas es de producción local, y totalmente diferente del maíz amarillo usado en Estados Unidos para el bioetanol. Y ambos tipos de grano tienen curvas de oferta y demanda con comportamientos independientes. De hecho, las razones principales por las que ha aumentado el precio de las tortitas en México son de carácter estrictamente local: el incremento del uso del maíz blanco como alimento animal, que ha causado un desequilibrio entre producción y consumo; y, por otro lado, la falta de desarrollo del cultivo por causas estructurales, como un sistema de créditos agrícolas inadecuados, la limitación de subsidios o un mercado segmentado en oligopolios.
De acuerdo con el informe sobre el mercado agrícola de la Dirección de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea, la producción de cereal dedicada a bioetanol en 2007 fue del 2 por ciento, y no superará el 4 por ciento, objetivo fijado para 2010, una cantidad pequeña para que pueda afectar significativamente a los precios. Además hay que añadir que la segunda generación de biocombustibles, que estará disponible a medio plazo, ya no se obtendrá a partir de los cereales, sino de la biomasa proveniente de deshecho vegetal (paja, hojas, bagazo, rastrojos
), por lo que a medio y largo plazo el incremento de la producción de biocarburantes no tendrá ningún efecto sobre el mercado de cereales.
Las causas principales del desequilibrio entre oferta y demanda que ha provocado la subida de los precios de los cereales a nivel mundial han sido varias, y ninguna tiene que ver con los biocombustibles:
Seguridad alimentaria y energética
Algunos medios han afirmado que los biocarburantes agravarán los problemas alimentarios existentes en los países en desarrollo.
La realidad es que la producción de materias primas para biocarburantes supone una oportunidad de desarrollo para los países más pobres, aumentando su seguridad alimentaria, ya que el problema del hambre en estos países no tiene que ver con la falta de materias primas, sino con una inadecuada distribución de los recursos. De hecho, el incremento de los precios agrícolas mundiales puede suponer beneficios significativos para las comunidades rurales de los países en vías de desarrollo.
Igualmente, los biocarburantes representan una gran oportunidad para que los países más pobres aumenten también su seguridad energética, permitiendo disminuir su dependencia del petróleo mediante la producción local de biocarburantes.
Cada año se consumen en el mundo más de 30.000 millones de barriles de petróleo, lo que implica una factura a pagar, suponiendo que el precio del barril sea de 100 dólares, de más de 3 billones de dólares[2]. Un país pequeño como España, que consume poco más de 500 millones de barriles al año, paga una factura anual superior a los 50.000 millones de dólares.Y la previsión es que la demanda energética aumente hasta 2030 a un ritmo de un 1 por ciento anual. Pero si en 2020 un 10 por ciento del consumo de petróleo fuera sustituido por biocarburantes de producción local, el ahorro que supondría para la balanza de pagos ascendería a más de 5.600 millones de dólares anuales, lo que reduciría considerablemente la fuga de divisas hacia el exterior y beneficiaría las economías de las comunidades locales. Los biocarburantes suponen, por tanto, una gran oportunidad para reducir la dependencia energética del exterior y disponer de una fuente propia de energía autóctona.
Biodiversidad
Algunos medios han afirmado que la demanda de bioetanol pone en peligro los bosques amazónicos debido a la extensión del cultivo de la caña de azúcar.
Sin embargo, los biocarburantes poco tienen que ver con la deforestación de los bosques. En el caso de Brasil, el área dedicada al cultivo de caña de azúcar destinada a la producción de bioetanol es actualmente de 6 millones de hectáreas, y dichas áreas se encuentran muy alejadas de la selva amazónica. En el futuro, tampoco es previsible ninguna interacción negativa, dado que la tierra potencialmente disponible para la agricultura en Brasil sin afectar a la selva amazónica y otras áreas protegidas alcanza los 90 millones de hectáreas, mientras que el Estado sólo tiene pensado explotar 17 millones de hectáreas adicionales para la producción de caña. Además, el área amazónica no es buena para cultivar la caña de azúcar.
Emisiones de gases de efecto invernadero, balance energético y eficiencia energética
Algunos medios han afirmado que los biocarburantes emiten más gases de efecto invernadero y son energéticamente menos eficientes y con peor balance que los combustibles fósiles a los que sustituyen si se considera el ciclo completo de producción, distribución y uso.
Por contra, en el análisis de ciclo de vida de bioetanol y biodiésel en España llevado a cabo por el Centro de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) por encargo del Ministerio de Medio Ambiente ha concluido que la producción, distribución y uso de biocarburantes permite unas reducciones significativas en emisiones de gases de efecto invernadero, y concluye además que el balance energético de los biocarburantes es siempre superior al del gasóleo y la gasolina, ya que su producción, distribución y uso requiere menos energía fósil que la utilizada por los combustibles fósiles convencionales. A eso hay que sumar que, a diferencia del gasóleo y la gasolina, que tienen una eficiencia energética negativa, la eficiencia energética de la mayoría de los biocarburantes es positiva; es decir, que la cantidad de energía requerida para su producción y distribución es inferior a la que contienen. Valga como ejemplo que, frente a la gasolina de 95 octanos, el bioetanol al 85 por ciento (E85) supone una reducción del 70 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero, y un ahorro de un 36 por ciento de energía fósil por kilómetro recorrido.
Los biocarburantes son, en estos momentos, la mejor alternativa disponible para empezar a sustituir al petróleo en el transporte, reduciendo sus impactos ambientales, aumentando la seguridad de suministro y contribuyendo al desarrollo de las economías locales. Son un pilar fundamental para luchar de manera efectiva contra el cambio climático.
[1] Se puede acceder a dicho documento en http://www.appa.es/descargas/Doc_BIOCARBURANTES_1309.pdf
[2] En este contexto, un billón de dólares se refiere a USD $1.000.000.000.000.
Carlos Bousoño Crespo
Director de Responsabilidad Social Corporativa
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