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Añadir nutrientes a zonas del océano donde existe poca presencia de fitoplancton podría ser una posibilidad para poder revertir los efectos del calentamiento global, señala un científico australiano.
Los océanos del planeta están repletos de fitoplancton -millones de plantas microscópicas que viven bajo las olas y que constituyen el primer eslabón de la cadena alimenticia del ecosistema marino.
Además, el fitoplancton tiene otro valor importante: al igual que las plantas terrestres se alimenta a través de la fotosíntesis, es decir, utiliza luz solar para convertir en oxígeno el dióxido de carbono presente en las aguas.
Esta es la base de la propuesta del profesor Ian Jones, de la Universidad de Sidney.
El planteamiento del profesor Jones es añadir uno de los componentes de la orina -la urea- en áreas del océano donde haya una carencia de fitoplancton.
La urea es un fertilizante rico en nitrógeno y, en opinión del científico, podría trasformar esas áreas en una especie de "bosque acuático" que eventualmente podría reducir los efectos del calentamiento global.
Inspiración
El trabajo de Jones fue inspirado por un desastre natural: las inundaciones.
Cuando los ríos sobrepasaban su nivel natural e inundaban los sembradíos ubicados en sus riberas terminaban por llevar fertilizantes a los mares.
Esto lo llevó a observar las variaciones en las cantidades de fitoplancton en la Bahía de Sidney como consecuencia de las lluvias.
El resultado fue claro: cuando aumentaban los nutrientes en las aguas igual lo hacía el fitoplancton presente.
El profesor Jones buscó entonces antecedentes científicos y se topó con una investigación realizada por un grupo de oceanógrafos estadounidenses cerca de las Islas galápagos.
En un lugar conocido como "zona desolada", ellos buscaban comprobar que la poca existencia de fitoplancton se debía a la escasez de un nutriente vital: hierro.
El grupo agregó media tonelada de hierro a las aguas y de inmediato la población de fitoplancton floreció.
El problema con esto, señala Jones, es que el hierro está presente en el 80% de las aguas marinas, por lo que el reto estaba en encontrar otro elemento que sirviera de fertilizante y que fuese de bajo costo.
Así como el hierro, el nitrógeno es uno de los nutrientes que ayuda a crecer al plancton, pero debe encontrarse en un forma que los organismo marinos lo puedan procesar.
Y la solución hallada por el profesor Jones fue urea.
Consecuencias
De inmediato surgen las interrogantes sobre la viabilidad de un procedimiento como el planteado.
En conversación con BBC Ciencia, el director de la organización conservacionista Greenpeace con sede en Chile, Rodrigo Herrera, recibió con beneplácito la iniciativa, aunque con cierta restricciones.
"Si existe un técnica científica, pero que haya sido estrictamente probada de que no van a causar efectos secundarios, pues bienvenida", señaló.
"Están apareciendo una serie de propuestas sobre cómo combatir el cambio climático y esperemos que algunas de ellas puedan ser posible. Queda de parte de los científicos determinar si esto no va a afectar de forma no deseada otros ecosistemas."
Por su parte, el profesor Jones dijo a la BBC que su propuesta se llevaría a cabo en áreas marinas con poca presencia de fitoplancton y bajo estricta observación.
"Si no nos gustan los resultados, siempre podemos cerrar el chorro. Es como la irrigación. Cuando dejas de suministrar alimento para el plancton, éste simplemente morirá", explicó.
Aún así Jones admite: "Cuando empiezas a manipular la naturaleza, es claro que también debes intervenir para que ésta recupere su balance original".
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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