| Internacional | El rápido crecimiento de la bioenergía ofrece muchas oportunidades, pero también implica peligros y concesiones, según subrayó ayer la ONU en la presentación del estudio más completo que se ha realizado sobre el impacto potencial de esta industria.
Es necesario estudiar detenidamente el impacto económico, social y medioambiental de la bioenergía antes de decidir cómo se quiere desarrollar de rápido y que tecnologías, políticas y estrategias de inversión seguir , advierte el informe.
El documento Energía sostenible. Un marco para la toma de decisiones , ha sido preparado por UN-Energy, un grupo compuesto por todas las agencias de Naciones Unidas que trabajan en el campo de la energía, con el patrocinio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El objetivo de este informe es garantizar que se resuelven las necesidades energéticas de la población al tiempo que se protege el medio ambiente a nivel local y mundial , según el presidente de UN-Energy, Mats Karlsson, del Banco Mundial. Para ello añadió- contamos con utilizar toda la fuerza colectiva del sistema de Naciones Unidas .
El informe pone de relieve los numerosos beneficios de la bioenergía en relación con la mitigación de la pobreza, el acceso a los servicios energéticos, el desarrollo rural y las infraestructuras rurales. Analiza el impacto potencial de la bioenergía sobre la seguridad alimentaria, el cambio climático, la biodiversidad y los recursos naturales, el empleo y el comercio. Igualmente identifica los puntos clave que los responsables de la toma de decisiones necesitan considerar.
A menos que se establezcan políticas para la protección de espacios amenazados, se garantice un uso socialmente aceptable de la tierra y se desarrolle la bioenergía de una forma sostenible, el daño social y medioambiental puede en algunos casos superar los beneficios , señala el documento.
En una referencia al uso de determinados cereales como materia prima en la producción de bioenergía, UN-Energy indica que en general, es necesario evitar los cultivos que necesitan un alto aporte de energía fósil (como los fertilizantes tradicionales) y de tierras de labor de calidad y que presentan un bajo rendimiento energético por hectárea .
Es más, incluso los cultivos bioenergéticos sostenibles pueden tener un impacto negativo si sustituyen a los bosques primarios, lo que conlleva la producción de elevadas cantidades de carbono procedente del suelo y la biomasa forestal, eliminando así cualquier beneficio de los biocombustibles durante décadas , advierte el informe.
Para minimizar las emisiones de gases causantes del efecto invernadero asociadas a la producción de bioenergía, los responsables políticos necesitan proteger los pastizales silvestres, los bosques primarios y otras zonas de alto valor natural, según recomienda UN-Energy.
Los gobiernos deben igualmente potenciar la producción y gestión sostenible de la bioenergía. Es necesario establecer un sistema internacional de certificación que incluya la comprobación de emisiones de gases que producen el efecto invernadero, con el fin de garantizar que los productos bioenergéticos en particular los biocombustibles-, cumplen las normas medioambientales en todo el proceso de producción.
En el campo de la seguridad alimentaria, el informe señala que la disponibilidad de alimentos puede verse amenazada por la producción de biocombustibles en el momento en que tierra, agua y otros recursos ya no se destinan a la producción de alimentos. Del mismo modo, el acceso a los alimentos puede verse amenazado por el aumento de precios de los alimentos básicos a causa de una mayor demanda de materias primas para producir bioenergía, empeorando la situación de la población que sufre de pobreza e inseguridad alimentaria.
Por otro lado, el mercado de las materias primas para el biocombustible ofrece oportunidades nuevas y en rápido crecimiento para los agricultores, según el informe: la bioenergía puede hacer que los servicios energéticos lleguen de forma más extendida y barata a áreas rurales remotas, propiciando el aumento de la productividad en la agricultura y en otros sectores y con implicaciones positivas para el acceso y la disponibilidad de alimentos .
La moderna bioenergía puede ayudar también a los 1 600 millones de personas que en el mundo carecen de energía eléctrica en sus casas, y a los 2 400 millones que utilizan paja, estiércol y otros combustibles de la biomasa para sus necesidades diarias de energía.
En conjunto, a la hora de tomar decisiones, los responsables políticos deben garantizar que se da prioridad a las cuestiones de seguridad alimentaria , subraya el documento.
El informe critica la existencia de barreras comerciales que actualmente limitan la importación de etanol en algunos países. En este sentido advierte que limitar las importaciones de biocombustibles producidos con mayor eficacia al tiempo que se exige en el propio país la combinación de biocombustibles y combustibles fósiles, puede sustraer más tierras de las necesarias a la producción de alimentos.
Entre las implicaciones que conlleva para la agricultura en general, el estudio señala que en el lado positivo, la producción de biocombustibles líquidos puede beneficiar a los campesinos al conferir valor añadido a sus productos. Pero en el aspecto negativo, puede producirse una concentración de la propiedad que expulse de sus tierras a los campesinos con menos recursos y les lleve a una mayor pobreza .
Posiblemente, la economía de biocombustibles del futuro estará caracterizada por una combinación de diversos tipos de producción: grandes empresas con fuertes inversiones de capital, cooperativas de campesinos que compitan con las grandes sociedades y
casos en los que los biocombustibles líquidos se produzcan en pequeña escala para el consumo local .
Independientemente del nivel de producción, una cosa está clara: cuanto más se involucren los campesinos en la producción, procesado y uso de biocombustibles, más posibilidades tendrán de compartir los beneficios .
En lo que respecta a la salud, UN-Energy precisa que la bioenergía actual lleva implícita la promesa de reducir de forma drástica el número de muertes que provoca en los países en desarrollo el denominado asesino de la cocina : la inhalación de humos por cocinar con leña o biomasa tradicional, que mata más gente cada año que la malaria. Las mujeres pueden igualmente liberarse de la ingrata tarea diaria de recoger leña, con lo que se les abren mayores oportunidades para la educación y el empleo.
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