Dejemos una Tierra sana en herencia... si es que queda
alguien para herederla
Mañana -con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide- hará su aparición en el Ruedo Ibérico el ex vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore, reciclado en profeta de un no tan lejano apocalipsis del Planeta Tierra a causa del calentamiento global. Tal vez sea una frivolidad, pero estoy dispuesta a resumir el mensaje de Gore, el de miles de científicos y el de decenas y decenas de admirables organizaciones de este modo:
O sea: frente a calentamiento global y otros males ecológicos universales, acción global y medidas universales.
Pero, claro, como de buenas intenciones está empedrado el suelo del infierno, a esta loable voluntad de frenar y remediar los desaguisados, habrá que ponerle patitas... ¿Cuáles?... Yo, en mi simpleza mental, creo que debemos meditar - sin utopías, palabrería hueca ni rollos macabeos- en qué pueden y deben hacer tres grupos bien concretos: 1) Nosotros mismos, cada uno de nosotros; 2)las empresas; 3)los Gobiernos...
Vamos con 1): nosotros, el pueblo... Sonará a terrible y asquerosa moralina, pero no se me ocurre otro remedio que fomentar en nuestros hábitos, constumbres, consumos y adquisiciones la buena vieja virtud de la sobriedad. Y punto pelota. Me refiero, naturalmente, a los ciudadanos de las sociedades occidentales desarrolladas... Porque pedir sobriedad a las gentes cuya existencia es una feroz e implacable batalla para sobrevivir suena a sarcasmo cruel... Si los agricultores de determiandas zonas tienen que deforestar cada año un cacho de selva para plantar maiz, ¿qué van a hacer, morirse de hambre respetando, eso sí, los árboles milenarios?...
En lo que se refiera a 2) las empresas, ya deberían ir considerando realizar fuertes inversiones para garantizar industrias más limpias y de menor consumo energético... Eso, a la postre, significa obtener menos beneficios; y, seguramente, incrementar de los precios para que los susodichos beneficios no bajen... Total: los consumidores pagaremos muchos patos. Pero, o estamos o no estamos por la supervivencia del Planeta.
A los 3) los Gobiernos no les van a quedar más cáscaras, creo yo, que pensarse muy mucho si siguen manteniendo posturas de aversión total a la energía nuclear o si, aunque el precio sea alto en votos, admiten que esa es, por el momento, la uníca fuente energética inagotable, bastante limpita y que no agota los recursos de
Vale: pongamos que, por una milagrosa conjunción astral, todos comenzamos a movernos para salvar el Planeta, para dejarlo a las futuras generaciones como una herencia presentable... El siguiente interrogante, el que a mí me angustia sobremanera es éste: ¿habrá futuras generaciones a las que dejar en herencia una Tierra sana?... Guerras, enfermedades como en Sida que diezman la población de naciones enteras, aborto, eutanasia, descensos bestiales de natalidad, hambrunas, sequías, genocidios, estados "gamberros" que se convierten en potencias atómicas... La esperanza no es grande... Pero ciertas ventanas se abren hacia un futuro menos negro: 58 países acaban de aceptar, en París, un conjunto de medidas que impidan el reclutamiento de niños soldados -entre 250.000 y 300.000 menores, niños y niñas, armados hasta los dientes y participando en contiendas en todo el mundo- y que castiguen a quienes utilizan a estas criaturas en los conflictos armados... Claro que estos acuerdos "no son vinculantes"... Pero los han firmado varios de los países que sufren esta inmunda e inhumana lacra: Sudán, Chad, Uganda,
Y es que, a veces, se me pasa por la cabeza la idea de que, si hay una especie verdaderamente amenazada en este descuajeringado Planeta Tierra, es la especie humana... Tontunas que piensa una...
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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