Andrés Jaramillo. Desde Sao Paulo
Brasil se perfila como la próxima potencia energética por su creciente participación en el mercado de biocombustibles, según Thiago Romaneli, del Polo Nacional de Biocombustibles de la Universidad de Sao Paulo.
Es el segundo productor de etanol del mundo, con 14,9 millones de toneladas, luego de EE.UU. que registró 19,5 millones en el 2007 .
Las cifras son del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) de España.
"Hace 30 años Brasil ocupaba el puesto 11, pero hubo desarrollo de tecnología, políticas de conservación ambiental y programas masivos de producción de materia prima", añade Romaneli. Tiene proyectos para la producción de etanol en 15 de sus 27 estados. Hasta el 2005 se registraron 315 plantas de destilación y se calcula que hasta el 2010 se abrirán 89 nuevas plantas. Si bien hoy los biocombustibles representan el 1% de la demanda mundial de combustibles, Romaneli explica que la cifra crecerá progresivamente hasta reemplazar a los derivados del petróleo.
"En 20 años el recurso petrolero se agotará y el mundo requerirá de una energía alternativa. Y existe una urgencia por reducir la emisión de dióxido de carbono y su efecto contaminante".
Según el Banco Mundial (BM), el etanol es 60% menos contaminante que la gasolina tradicional.
Pero la generación del biocombustible requiere de grandes cantidades de cultivos y, a diferencia de otros países, Brasil cuenta con tierra suficiente para sembrar materia prima (8 547 404 km2).
El biocombustible se extrae principalmente de la soya, caña de azúcar, palma y maíz, a través de un proceso de refinación. Pero esto ha dado pie a una serie de cuestionamientos. El movimiento campesino Sin Tierra, por ejemplo, sostiene que se dejará de sembrar productos que son la base de su alimentación para cultivar biocombustibles y se comprometerá la producción de alimentos.
Además, la siembra a gran escala de monocultivos como la palma reducirá la fertilidad de los suelos y secará los ríos porque absorben gran cantidad de agua.
"Esta presión social ha hecho que las empresas mojoren sus procedimientos", comenta Luiz Carlos Berduschi, investigador de la Universidad de Sao Paulo.
Un ejemplo es la empresa Cosan, una de las principales generadoras de etanol y azúcar de Brasil. Allí, la producción de etanol con maíz y monocultivos se descartó. La caña de azúcar es el principal insumo de producción y se trata de obtener el mayor aprovechamiento.
Tiene 300 000 hectáreas de cultivo de caña para la producción de azúcar, alcohol (bebida), etanol y electricidad.
Además, el bagazo (residuo) que sobra de la extracción es convertido en abonos agrícolas de los cultivos para prescindir de químicos que dañen la tierra. También cuenta con un sistema de filtración de agua circular para reutilizar los recursos hídricos que se emplean para lavar la caña. La empresa, empero, tiene un lado débil. El Grupo Móvil de Fiscalización del Trabajo Esclavo, dijo a la agencia EFE la semana pasada que sus empleados laboran en condiciones de explotación. "Sin seguridad y condiciones de higiene y confort". Sobre el tema la empresa prefirió no manifestarse y más bien habló sobre su importancia en el mercado. El 2007 su producción fue de 1,3 billones de litros de etanol, lo que significó un crecimiento del 30%, en relación al 2006.
Su principal mercado es el automotor. El 87,7% de autos livianos fabricados en Brasil es producido con tecnología, que permite a los motores funcionar con 100% de etanol, gasolina o la mezcla de ambos. En el primer trimestre del 2008, la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos informó que la producción fue de 648 000 unidades, 31,4% más que en el mismo período del 2007. El aumento responde a que desde el 2003 los automotores tienen que usar al menos 20% de etanol.
DEDINI construye 10 fábricas al mes
Dos años es el tiempo que tarda la empresa Dedini en construir e instalar una fábrica para la producción de azúcar, alcohol (bebida) o etanol, en Brasil o en cualquier parte del mundo.
Dedini lleva 88 años en el mercado y su negocio principal es la producción de industrias. El costo promedio de una de ellas es de USD 350 000 millones y contempla la construcción de edificios, instalación de sistemas, elaboración de equipos, refinerías, destiladoras y lavadoras de caña.
Su línea de productos es variada, va desde plantas de etanol, biodiésel, azúcar, papel y hasta generadoras de electricidad.
En menor proporción hace refinerías de gas, petróleo e industrias de siderurgia, metalurgia y extracción de minerales.
Al mes tiene una demanda de construcción promedio de 10 fábricas. Pero cuenta además con contratos para dar mantenimiento a las industrias construidas. En ocho años la demanda creció 10 veces. Las razones, según Rodrigo Santos, gerente de Comunicación, se deben al 'boom' de biocombustibles que existe en el mundo y especialmente en Brasil y la respuesta que la empresa ha dado a las necesidades industriales del mercado. La mayor parte de empresas que son competencia de Dedini se especializa en ciertas partes del proceso de producción, construye destiladoras, implementa sistemas, pero Dedini hace todo el proceso y entrega plantas listas para operar.
Los avances
El protocolo de Kioto, uno de los tratados ambientales más importantes en materia ambiental, reconoció en el 2005 a los biocombustibles como una alternativa viable para sustituir al petróleo. En países como EE.UU., China, Ecuador y Europa, se desarrollan experimentos para obtener el etanol de fuentes como desechos agroindustriales, forestales e incluso de los recursos pesqueros. En el Polo Nacional de Biocombustibles de la Universidad de Sao Paulo, se realizan investigaciones para producir plástico vegetal de la caña de azúcar y algodón. EE.UU y Brasil firmaron en el 2006 un convenio de cooperación para fomentar la producción de etanol. Esto incluyó transferencia de tecnología a programas de apoyo.
A Ecuador le convendría importar biocombustibles que invertir en la siembra a gran escala de materia prima. |
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