Biocombustibles: quiénes están liderando el negocio
del momento
Ni la discusión sobre los eventuales perjuicios de la producción de biodiesel como
competir por la materia prima con los alimentos, ni los reparos a la actual
legislación argentina en la materia, ni la falta de un precio internacional de
referencia para los combustibles verdes.
Ninguno de estos argumentos frenó a una decena de empresas, desde pymes hasta
multinacionales, que ya tienen en marcha proyectos de producción de biodiesel por
US$ 300 millones. Y hay anuncios por otros US$ 600 millones, tanto para biodiesel
como para etanol.
El mundo está comprando combustibles generados en base a palma, colza, maíz,
caña de azúcar y otras alternativas verdes por cerca de US$ 15.000 millones. Se
estima que, en 2015, esa cifra se triplicará, con una alta demanda por parte de
Europa y Estados Unidos, que ya fijaron la obligatoriedad de mezclar la nafta y el
gasoil con un cierto porcentaje de estos productos.
La carrera para abastecer a los nuevos mercados ya se largó. Las cerealeras
reúnen el combo perfecto para picar en punta: poseen acceso a materia prima, el
complejo oleaginoso más eficiente del mundo, una red logística integrada y salida al
puerto.
Tanto las internacionales, como Bunge, Glencore y Louis Dreyfus, como las
nacionales Molinos, Vicentín y Aceitera General Deheza, están construyendo plantas.
La de Renova joint- venture de Glencore y Vicentín ya funciona en San Lorenzo y,
con una capacidad de 200.000 toneladas anuales, es la más grande de las seis que
están operando o tienen permiso de la Secretaría de Energía para hacerlo.
Las otras son las Vicentín (en Reconquista), Derivados San Luis, Soyenergy,
Advanced Organic Materials y Biomadero. Entre fines de este año y mediados del
próximo se inaugurarán en Santa Fe la de Ecofuel de Aceitera General Deheza con
Bunge (Puerto San Martín), Molinos (San Lorenzo) y Louis Dreyfus (General
Lagos). Esta última sería la más grande de esta camada, con 300.000 toneladas.
También están en construcción proyectos de inversores que no cuentan con la
materia prima pero encontraron mecanismos para conseguirla. En este grupo están
Eduardo Eurnekian y el estadounidense Douglas Albrecht, accionista de la forestal
Tapebicuá, que es controlante de Celulosa.
El concesionario de los aeropuertos creó Unitec Bio, cuya planta será vecina a la de
AGD y Bunge. En sus 15 hectáreas pueden llegar a funcionar cuatro plantas. Para la
primera, que producirá 200.000 toneladas por año, pondrán US$ 45 millones.
Albrecht se unió a Cazenave y Asociados, al Credit Suisse y otros inversores para
crear Patagonia Bioenergía.
Destinarán US$ 50 millones para producir inicialmente 250.000 toneladas desde
mediados de 2008. "Existe la posibilidad de llegar a 350.000 e n una segunda etapa
y a 600.000 en total", dice Gabriel Obrador, director de la firma que también está en
San Lorenzo, nueva meca del biodiesel.
"Al final de 2008, la capacidad de biodiesel ascenderá a 1,46 millones de toneladas
anuales", señala Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de
Biocombustibles. Hay otra lista de firmas en gateras: Explora, liderada por Axel
Boerr, la argentina Raiser y las españolas GEA y Green Line.
Y, entre los que prometen proyectos, está la dupla Julio Gutiérrez- César Báez (ex
CableVisión), AdecoAgro (donde participa George Soros), la estadounidense
Imperium y la brasileña Integrated Biodiesel Industries. Si se concretan, por los
datos conocidos, agregarán otras 1,55 millones de toneladas. La incógnita es qué
harán Nidera y Cargill ("lo estamos estudiando", dicen).
Repsol YPF también deshojan la margarita. En 2005, anunció una inversión de US$
30 millones. Pero no hubo más novedades, hasta que en julio pasado incorporó al
objeto social de su filial YPF la producción de biocombustibles, muestra de que aún
está interesada.
El despegue del bioetanol va por otro carril (ver aparte). Hoy, sólo la tucumana Los
Balcanes hace 80.000 toneladas anuales.
Sin beneficios
La ley argentina establece que, a partir de 2010, el gasoil y la nafta deberán ser
cortados con 5% de combustibles verdes. En la Unión Europea, será el 5,75%
también en tres años. En el bicentenario, la Argentina deberá contar con 600.000
toneladas de biodiesel para mezclar con gasoil un combustible que escasea y que
hoy debe importarse para abastecer la demanda y 160.000 toneladas de etanol
para agregar a las naftas. Pero los desarrollos más grandes sólo tienen sus ojos
puestos en el exterior.
Todo indica que el negocio se dividirá entre un mercado grande de exportación,
que abastecerán las cerealeras (que no se ven beneficiadas con la ley de promoción
del sector), y uno medio, que se dedicará a proveer el corte obligatorio que
requerirá el país (pymes de menos de 65.000 toneladas de capacidad, que
probablemente logren acceder a las ventajas impositivas).
"Quedará otro mercado más chico, de autoconsumo o grupos de productores",
analiza Enrique Lasgoity, asesor de Derivados San Luis. Las empresas están algo
inquietas por el precio en que tendrán que vender el biodiesel en el mercado local.
El importe lo establecerá el Estado, lo que genera incertidumbre. Es más: no son
pocos los que creen que la norma debería revisarse. Quizá éste sea uno de los
temas de debate en la flamante cámara que crearán las principales jugadoras del
sector.
¿Por qué exportar combustible en base a aceite y no el aceite?. La mayoría de los
consultados acepta, en off the record (característica del hermético sector cerealero),
que las tasas de las retenciones hacen la diferencia. El biodiesel paga 5%, mientras
que las de oleaginosas oscilan entre 24% (aceite) y 27,5% (en grano).
El precio actual de la tonelada de exportación de biodiesel es US$ 760 y se prevé
que irá en ascenso (se llegó a pagar 900 euros en Europa). Con 2,4 millones de
toneladas para embarcar, serían ingresos por US$ 1.800 millones. Fernando Peláez,
CEO de Unitec Bio, dice que "la rentabilidad del negocio es muy variable, según los
precios" y, de hecho, la empresa analiza producir también glicerina, un subproducto,
para elevar el margen. Julio Gutiérrez saca sus cuentas: "Creo que en 7 años se
recupera la inversión. Además, con la incorporación de nueva materia prima, como
colza o jatropha, que rinden más, los números pueden cambiar". La jatropha ofrece
hasta 40% de aceite, el doble de lo que se puede extraer de la soja.
"El biodiesel todavía no es un commodity: los traders no pueden determinar su
valor a futuro, a los analistas les faltan herramientas para establecer el rating de la
compañía en función del stock de biocombustible", dice Patrick Adam, delegado para
América latina de DesMet Ingenieurs & Contractors, una desarrolladora de biodiesel
que también levanta plantas. "La mayoría de las transacciones son privadas. No hay
un precio internacional. Eso puede provocar algunas dudas en un panorama general
alentador".
Fuente: Suplemento iEco de Clarín, escrita por Martín Bidegaray, Natacha Esquivel
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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