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La vida da siempre oportunidades y el éxito de los que triunfan anda de la mano del olfato para aprovechar esas oportunidades. El tema viene a la mesa de la reflexión con el nuevo debate sobre la revolución de los biocombustibles.
Poco hace que ha empezado en el entorno latinoamericano y norteamericano una interesante polémica sobre los biocombustibles.
En el fondo, hay en camino una revolución tecnológica, con impacto en la industria (revolución industrial) y con significativos impactos económicos, sociales, demográficos y, por qué no, hasta políticos.
Esa revolución de los biocombustibles se lleva al zafacón de la basura a millones de toneladas de alimentos (es la visión ética enfocada por Fidel Castro, presidente de Cuba), pero sacaría de la pobreza a millones de productores del Tercer Mundo, en especial de América Latina, dicen otros sectores, entre los que se encuentra Lula da Silva, presidente de Brasil.
No es para menos, pero los economistas entendemos que vienen grandes cambios en los hábitos de consumo en Occidente, si se produce la revolución en marcha, dado que en el muy corto plazo hay un encarecimiento de los precios (ya se ve con los granos, soya, etc.) de muchos bienes que son la base de la alimentación de millones de seres vivos (humanos y animales).
El reemplazo de cosecha y el descubrimiento de nuevas tierras en condiciones de sumarse a la producción mundial es un proceso lento, por tanto, los cambios de precios en los bienes involucrados sería más rápido que la suma de nuevas tierras a producir esos bienes.
Bien. Los biocombustibles tienen dolientes y son los grandes consumidores de combustibles en países de alto desarrollo. Por eso el mercado está asegurado.Ya organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, han identificado sumas cuantiosas necesarias para la inversión en la producción de esos bienes y en el levantamiento de plantas para biocombustibles. Se espera que esas cifras alcancen hasta US$200 mil millones en los próximos 14 años.
República Dominicana, así como El Salvador, St. Kitts and Nevis y Haití fueron escogidos como países pilotos para los ensayos. Esa decisión la tomaron Estados Unidos y Brasil.
Pero ahí llegamos a los límites de la República Dominicana. Como nación somos atípica, informal, desinstitucional, con grupos políticos que no tienen conciencia de país, sus intereses personales o sueños los confunden con los intereses nacionales, etc.
Vamos al ejemplo, desde hace 30 años hablamos de aprobar una ley sobre energía alternativa. Nadie ha podido sacar los proyectos enviados a los distintos congresos, incluyendo el actual.
El presidente de El Salvador, Tony Saca, país que es la mayor competencia que tiene Dominicana dentro del DR-Cafta en materia de atracción de inversiones extranjeras, dispuso aprobar con urgencia una ley para regular la energía alternativa. Aca, a nivel de gobierno, hay muchas personas que ni siquiera están enteradas de los que pusieron en las manos de los dominicanos.
Poco hace que ha empezado en el entorno latinoamericano y norteamericano una interesante polémica sobre los biocombustibles.
En el fondo, hay en camino una revolución tecnológica, con impacto en la industria (revolución industrial) y con significativos impactos económicos, sociales, demográficos y, por qué no, hasta políticos.
Esa revolución de los biocombustibles se lleva al zafacón de la basura a millones de toneladas de alimentos (es la visión ética enfocada por Fidel Castro, presidente de Cuba), pero sacaría de la pobreza a millones de productores del Tercer Mundo, en especial de América Latina, dicen otros sectores, entre los que se encuentra Lula da Silva, presidente de Brasil.
No es para menos, pero los economistas entendemos que vienen grandes cambios en los hábitos de consumo en Occidente, si se produce la revolución en marcha, dado que en el muy corto plazo hay un encarecimiento de los precios (ya se ve con los granos, soya, etc.) de muchos bienes que son la base de la alimentación de millones de seres vivos (humanos y animales).
El reemplazo de cosecha y el descubrimiento de nuevas tierras en condiciones de sumarse a la producción mundial es un proceso lento, por tanto, los cambios de precios en los bienes involucrados sería más rápido que la suma de nuevas tierras a producir esos bienes.
Bien. Los biocombustibles tienen dolientes y son los grandes consumidores de combustibles en países de alto desarrollo. Por eso el mercado está asegurado.Ya organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, han identificado sumas cuantiosas necesarias para la inversión en la producción de esos bienes y en el levantamiento de plantas para biocombustibles. Se espera que esas cifras alcancen hasta US$200 mil millones en los próximos 14 años.
República Dominicana, así como El Salvador, St. Kitts and Nevis y Haití fueron escogidos como países pilotos para los ensayos. Esa decisión la tomaron Estados Unidos y Brasil.
Pero ahí llegamos a los límites de la República Dominicana. Como nación somos atípica, informal, desinstitucional, con grupos políticos que no tienen conciencia de país, sus intereses personales o sueños los confunden con los intereses nacionales, etc.
Vamos al ejemplo, desde hace 30 años hablamos de aprobar una ley sobre energía alternativa. Nadie ha podido sacar los proyectos enviados a los distintos congresos, incluyendo el actual.
El presidente de El Salvador, Tony Saca, país que es la mayor competencia que tiene Dominicana dentro del DR-Cafta en materia de atracción de inversiones extranjeras, dispuso aprobar con urgencia una ley para regular la energía alternativa. Aca, a nivel de gobierno, hay muchas personas que ni siquiera están enteradas de los que pusieron en las manos de los dominicanos.
Así es la República Dominicana, una fábrica de ilusiones y un desperdicio de oportunidades.
Félix Calvo es economista
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