| | " Las oscilaciones económicas en el mercado petrolífero son la detonante para experimentar en combustibles opcionales al diesel. Es así como, por su bajo costo de producción y menor emisión de gases tóxicos, han ganado más terreno los renovables..." |
El alto precio del petróleo y su inestabilidad en el mercado, obligaron a que los países buscaran energías alternativas. Sin embargo, el Gobierno de Chile no establece políticas claras para el estudio de ellas.
Desde hace cuatro décadas, los fabricantes de automóviles trabajan activamente en el desarrollo de nuevos vehículos propulsados por energías opcionales (renovables), que no dependan de las reservas fósiles.
A principios de 1970, se planteó en la Convención de Roma que la última gota de petróleo se consumiría 10 años más tarde. Desde esa fecha en adelante, diversas son las teorías que vaticinan la extinción de los combustibles no renovables.
Los nuevos descubrimientos y los diversos métodos de explotación de los yacimientos petrolíferos y de gas natural, junto al desarrollo de modernas tecnologías tendientes a ocupar de manera más racional la energía, retrasaron considerablemente la extinción del crudo.
Surgen estudios y la tendencia es buscar energías renovables, de fácil acceso, y de bajo costo. Los vaivenes económicos y la inestabilidad del mercado alarmaron a los productores mundiales y los llevó a considerar como alternativa el uso de los biocombustibles.
Chile y las energías alternativas
Hasta la fecha, el país no genera políticas serias que establezcan una determinada postura sobre hidrocarburos. La Presidenta Michelle Bachelet, en su visita a Brasil, habló de los biocombustibles con su símil, Luiz Inácio Lula da Silva, y planteó el desarrollo de energías alternativas.
A partir del encuentro de los mandatarios, el Gobierno decidió formar un grupo interinstitucional compuesto por los ministerios de Agricultura y de Transportes, la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama) y la Superintendencia de Energía y Combustibles (SEC), para estudiar el fuel alternativo como opción para la matriz energética chilena.
Ana María Silva, profesional de apoyo de la seremi de Agricultura de la Octava Región, sostiene que la producción de estos carburantes es viable a partir de las materias primas vegetales, aunque reconoce ciertos riesgos. “Las inversiones son a largo plazo y el precio podría variar con el tiempo, por eso se deben contemplar mecanismos de cobertura”.
Silva explicó que los conceptos productos vegetales y derivados, consisten principalmente en leña; desechos forestales -como aserrín y viruta-; además de residuos agrícolas; papeles y cartones.
A pesar de que Chile es un país forestal, estos productos no se utilizan para generar energía, debido a que son exportados o utilizados para otros fines. En el territorio, los biocombustibles cubren al menos el 15 por ciento de la producción interna, que en su mayoría son para la alimentación de centrales termoeléctricas.
Mientras las discusiones sobre la productividad de estas alternativas recién comienzan en el país, en la Unión Europea se espera un incremento en la elaboración que varía entre los 3,8 y 4,1 millones de toneladas para mediados de 2006.
Complemento de precio y calidad
Las materias renovables son el futuro de los combustibles. El gas licuado se está utilizando desde hace tiempo, pero las fluctuaciones en la composición de las mezclas, ligadas a las estaciones climáticas que presenta esta energía, impiden una optimización del motor.
Otra alternativa es la eléctrica, no obstante, las dificultades que presentan las baterías no permiten su despegue definitivo. Así, se explica el creciente interés por los vehículos híbridos, que unen los dos modos de propulsión. Si bien, rinden según lo que se espera, su alto precio no permite su masificación.
En Chile están circulando algunos de estos automóviles. Un ejemplo es el Honda Civic, el que se comercializa masivamente en el país y Sudamérica. El funcionamiento combina un motor a gasolina con uno eléctrico, lo que permite un mayor rendimiento y una notable disminución de contaminantes.
Otra variedad de energía es la basada en hidrógeno -el elemento más abundante del planeta- que producto de su operación contaminaría menos que cualquier otro. Se puede usar como combustible directo, o bien, para ser consumido por otros, con la finalidad de generar electricidad. Su única dificultad es el almacenamiento, debido al gran espacio que se necesita para sus reservas.
Mientras se buscan alternativas y continúan las investigaciones para alcanzar un óptimo rendimiento entre precio y calidad, los motores diesel adquirieron una posición de privilegio, gracias a su mayor durabilidad, y menor consumo de combustible.
Competencia al oro negro
Los combustibles biológicos, creados en base a restos orgánicos de materiales renovables, podrían ser los reemplazantes del petróleo a mediano plazo. Su capacidad de bajo o nulo deterioro ambiental y su característica de reciclables, serán el factor predominante en el ámbito energético.
Entre ellos se encuentran el bioetanol, el biodiesel y el biometanol. Estos se pueden obtener de la remolacha, raps (planta oleaginosa), maíz y de la caña de azúcar.
El biodiesel se fabrica a partir de aceites vegetales, ya sean usados o no. El sistema más habitual es la transformación a través de un proceso de combinación con alcohol metílico e hidróxido sódico. Su eficiencia se iguala a la del petróleo, pero gasta menos aire en su proceso.
El 100 por ciento de la emisión de CO2 de esta energía es reabsorbido por el cultivo de raps en su ciclo biológico. Se cumplen los parámetros del acuerdo de Kyoto (tratado de protección medioambiental) sobre la reducción de contaminantes por el efecto invernadero, al contrario del petróleo, cuya combustión es un aporte en gases nuevos al ambiente.
El consumo de energía primaria en Chile presenta variaciones en los últimos 30 años, siendo el diesel la principal materia utilizada. Se estima una disminución de 9 puntos porcentuales, que variará de un 48 a un 39 por ciento, desde 1978 al 2008, según la Comisión Nacional de Energía (CNE).
El ingeniero comercial, economista y docente de la Universidad del Desarrollo, Jean Sepúlveda, sostiene que estas energías no son tan sustentables desde el punto de vista económico, y afirmó que, “si una opción al diesel actualmente fuera rentable, los mercados cubrirían la oferta produciendo un alza en la demanda y sus precios ya no serían tan bajos como para ser una alternativa viable”.
El profesional agregó que para desarrollar los biocombustibles se necesitan poblar ciudades completas con materias orgánicas, y aún así no se alcanzaría a cubrir las necesidades internas del país.
Sepúlveda argumentó que en la actualidad, la única alternativa viable al diesel son los vehículos híbridos. No obstante, explicó que sus precios son aún muy elevados, lo que no permite un verdadero ahorro.
También aseguró que subsidiar la gasolina no es la fórmula adecuada, porque la ayuda nunca llega a quien realmente lo necesita. El consumidor termina siempre acomodándose al mercado y sus precios, agregó.
Todas estas iniciativas y políticas gubernamentales apuntan a una misma dirección, solucionar el problema constante del alza de las gasolinas, y de paso ayudan a descontaminar ciudades y evitan enfermedades respiratorias a sus habitantes.
Si bien, el Gobierno hasta la fecha está en una etapa experimental en materia de biocombustibles, está latente la necesidad de proveer y ejecutar acciones que den una solución definitiva al bolsillo de los automovilistas.
Francisco Norambuena Periodista chilecientifico.cl
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