Efectos del ‘ecodriving’ |
En la actualidad, el ‘ecodriving’ está plenamente introducido en países como Alemania o Suiza, donde diversos estudios han confirmado sus ventajas. Tal y como recuerdan desde el RACC, según un estudio realizado en Suiza entre 350 conductores, la ‘ecoconducción’ consiguió una reducción del 35% de la siniestralidad, mientras que otra investigación llevada a cabo en Alemania en 2004, entre los 95 conductores de una empresa de transportes, “se obtuvo una reducción de los gastos relacionados con accidentes del 35%-40%”. “De hecho, en Alemania, los principales patrocinadores de los cursos son mutuas de trabajo”, agregan desde el RACC. Las ventajas son tanto para el propio conductor, como para el parque móvil y, en general, para toda la ciudadanía, debido a los efectos positivos que este tipo de conducción tiene en el medio ambiente.
Para el conductor. La primera de las ventajas para quien se sienta al volante es “la mejora del confort de conducción y la disminución de la tensión”, reconoce el IDAE. Al evitar acelerones y frenazos bruscos, se eliminan los ruidos procedentes del motor y se ayuda a mantener una velocidad constante, “que evita el estrés producido por el tráfico”. Asimismo, se reduce el riesgo y la gravedad de los accidentes, ya que a los elementos de seguridad aportados por las nuevas tecnologías se suman las precauciones del conductor, que aprende a mantener una distancia de seguridad superior a la habitual, para tener mayor tiempo de reacción en caso de incidencias en el tráfico; a mantener una velocidad media constante, para reducir la velocidad punta que se alcanza en un determinado recorrido; y a conducir con anticipación y previsión, con un adecuado campo visual que permite observar lo que ocurre por delante, por lo menos, a unos
Parque móvil. El principal aspecto destacable en este caso es el ahorro de combustible, que implica a su vez un ahorro económico. También se consigue un menor coste en el mantenimiento del vehículo, puesto que se reduce el desgaste de los frenos, embrague, caja de cambios, neumáticos y motor, al estar sometidos a un esfuerzo inferior al que soportarían en el caso de la conducción tradicional. “Por ejemplo, la relación de marchas adecuada evita someter a la caja de cambios a esfuerzos innecesarios, y la anticipación y el uso del freno motor minimizan el desgaste del sistema de frenado”, señala el IDAE.
En general, la conducción eficiente se traduce en una reducción de la contaminación urbana y una mejora de la calidad del aire. Con ella, se disminuye la emisión de agentes contaminantes como óxidos de carbono, nitrógeno o hidrocarburos, que se asocian a enfermedades respiratorias, problemas oculares, enfermedades cardiovasculares e, incluso, jaquecas. Las ventajas también son visibles en la vegetación, que no es atacada por la polución, y en la disminución del calentamiento de la atmósfera (con la reducción de emisiones de CO2) y de la contaminación acústica. “Según un estudio realizado en Suiza en 1999, un vehículo a 4.000 revoluciones por minuto hace el mismo ruido que 32 coches a 2.000 revoluciones por minuto”, aclara Amparo López. Además, a nivel nacional, se consigue un ahorro de energía que, concluye el IDAE, “incide en la balanza de pagos y reduce la dependencia energética exterior”.
Interesantes medidas para economizar combustibles, saludos Rodrigo González Fernández,
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